martes, 19 de julio de 2011

Ninjas

A veces veo pelis de ninjas. Los ninjas son rápidos, manejan la espada como si fuera un tercer brazo y, cuando no quieren que nadie les moleste, se entierran en la arena. Como si su cuerpo se hubiera transformado súbitamente en un taladro Black&Decker o en un sacacorchos, empiezan a girar sobre sí mismos mientras mantienen las palmas de las manos unidas en posición de rezo y, zas, desaparecen: la tierra se los traga. Luego ya nadie sabe cómo salen. Eso nadie lo ha filmado. Normalmente reaparecen volando como si se hubieran lanzado de un árbol o de la terraza de un tercer piso. Les precede una bomba de humo o un shuriken lanzado de forma amenazante. El ninja llega volando porque en realidad el ninja es una criatura adaptada a la ingravidez que pasa más tiempo en suspensión aérea que con su pies sobre el suelo.


Un ninja disfrutando de su estado natural: la ingravidez.

Cuando aterriza, el ninja hace gala de una elasticidad felina y , aprovechando su velocidad inercial, da una voltereta y ya empieza a pelear y a dar espadazos. El ninja es además un ser anónimo que va cubierto con un pijama hasta las cejas. El anonimato forma parte del código de honor del ninja porque un ninja es siempre intercambiable y nunca es más que otro ninja. El único signo personal del ninja es su mirada. Por eso la mirada del ninja es hiperexpresiva y tan difícil de sostener. Si miras a la cara a un ninja durante más de 5 segundos, puedes ser poseido por su espíritu, que se transmite a través de las órbitas de sus ojos como si fuera electricidad.


Un ninja puede arrebatarte el alma con su mirada.


Los ninjas , que sepamos, no tienen relaciones. Esto puede ser en parte porque pasan mucho tiempo en el aire y en parte porque nunca se quitan el pijama. También porque la disciplina del entrenamiento y su código de honor es incompatible con las cochambres del amor. Esto no es obstáculo para que algunas mujeres puedan enamorarse de los ninjas e intenten cambiarlos y tener descendencia con ellos. Es inútil: un guerrero enamorado es tan absurdo como un ninja sin pijama. Lo que pasa es que la mirada de los ninjas es superótica y produce estragos en cualquiera que la comtempla. Aprender a mirar como un ninja lleva años . Algunos nunca lo hemos conseguido.

1 comentario:

  1. Una vez vi a un ninja, pero entonces me desperté. Era un sueño. Pero entonces vi a un ninja de verdad. Y me mató.
    Es broma, sólo mató a un vecino. Pero no fue nada sigiloso, hizo un escándalo. Tampoco llevaba ropa de ninja, ni era oriental.

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